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Después de más de tres años de pandemia para olvidar, donde mi única meta ha sido intentar mantener la ganas de correr y las sensaciones no siempre eran positivas, esté último año me he enfrentado a mi particular Everest intentando recuperar un poco las ganas y las fuerzas, y aunque por ahora no he conseguido volver a los ritmos de antes, al menos he ido consiguiendo volver a sentirme corredor, ir alcanzando metas pequeñas y aumentándolas hasta alcanzar algunas que ya había empezado a temer que nunca podría alcanzar. Entrenamientos aparte, empecé 2023 corriendo una 15k (la metlife), luego la media maratón Rock ‘n’ Roll de Madrid (sufriendo como un cochino para hacer 1:59), y ahí decidí que había que aprovechar la progresión de kms y apuntarme (de nuevo) a mi primer maratón. Digo “de nuevo” porque la pandemia me cogió cuando ya me había apuntado a la que iba a ser mi primera cita maratoniana, con la atrevida intención de mirar de cerca a las 4 horas, pero todo aquello quedó atrás. Los ritmos de antes por ahora también están lejos. Para esta ocasión mi única intención era ver si era capaz de terminarla sin sufrir demasiado y además buscando que fuera una ciudad interesante, con un circuito lo más amable posible. No las tenía todas conmigo, porque dos meses antes del maratón me di un golpe en una costilla y estuve 5 semanas sin poder correr porque no podía respirar hondo, la verdad es que no llegué bien entrenado, las tiradas más largas que pude hacer fueron una de 21km y luego otra de 23km la semana antes, a ritmo de 7:00 min/km solo para hacer kms, vamos un desastre. Lo fié todo a llevar un ritmo que no me supusiera un gran esfuerzo aeróbico.La ciudad elegida fue San Sebastián, muy llanita, comida y bebida a tutiplén y un público local muy muy animador (todo el mundo buscando verte el dorsal para animarte por el nombre, qué majos). Fuimos un grupo de 8 amigos, cuatro de nosotros maratón y otros 4 a la 10k. Y lo mejor de todo es que nos salió un día genial, bastante frío por la mañana, soleado, y en torno a los 10 grados como promedio. Ideal.Los 4 maratonianos nos fuimos directamente al ultimo cajón, a partir de 4:30, curiosamente el cajón de tamaño más pequeño (y es que en este maratón todo lo que sea 4:30 o más va a ese último cajoncito, hay nivelazo).El recorrido era a dos vueltas, eso no ayuda pero como es muy llano se lleva bien, apenas 10 metros de desnivel máximo. Las vistas maravillosas, paseo marítimo, playa de la concha, calles agradables, asfalto razonablemente bien cuidado todo el tiempo… solo me molestó un par de cosas: hay unos cuantos giros de 180 grados, que se hacen pesados, y por otra parte un par de curvas largas muy amplias que fastidian los tobillos porque están peraltadas, y las pasas cada una dos veces en cada dirección. Pero bueno, son problemas menores.Empecé decidido a no arriesgar ni sufrir, mi único objetivo era acabar, así que muuuuy tranquilo, en torno a 6:30, sin intención de cansarme en la primera media, lentito, dejé que dos amigos se fueran un poco adelante (los dos acabaron petando en mayor o menor medida) y me quedé con el otro amigo trotando y conversando, sin importar que ya saliendo en el último cajón la gente nos fuera adelantando. Pronto empezó el primer inconveniente, en el km 2 empiezo a notar algo raro en el oído derecho, como un tapón de cera que empezó a moverse, me tapaba el oído, se notaba por dentro que se movía, yo oía raro, me hacía cosquillas, era bastante molesto y desconcertante, parecía que se quitaba y luego volvía, no me impedía correr pero iba a ser una tortura correr 42 kms así, haciendo movimientos como cuando te entra agua en el oído, pero no sabía que más hacer y no quería empeorarlo… así llegué hasta el km 8, cuando entró en escena otro tema: noto que mi visita al baño pre-carrera no había sido suficiente, necesitaba buscar un baño portátil. A ver, no era una amenaza urgente, pero sabía que no era buena idea ir 35 km con “eso” llamando a la puerta. Menos mal que justo en el km 9 vi unos baños, ahí me detuve, hice lo mío, me quede tranquilo y de paso aproveché para quitarme los guantes y meterme el meñique en la oreja derecha hasta el cerebro… ¡y premio! Salió el tapón entero y volví a ser feliz. Perdí unos 3 minutos entre una cosa y la otra pero valió la pena. Eso sí mi amigo (que decidió esperarme) y yo nos quedamos ahora sí casi los últimos del todo, vamos solo quedaban algunos corredores sueltos y casi nos iban barriendo por detrás, yo me preocupé un poco pensando que me podían pedir que me retirara o algo.Pero estábamos decididos a no darle vueltas y a concentrarnos en hacer nuestra carrera. En cosa de 2 km, llegando al 11, mi amigo (que va con huarachas) me dice que tire, que siente que va un poco por encima de lo que quiere y ve que yo voy un poco con el freno de mano puesto, así que le deseo lo mejor y casi de manera natural empiezo a aumentar ritmo poco a poco, subiendo a 6:05 más o menos. Aun así, todo el rato me iba diciendo “no te vengas arriba, no te vengas arriba”…Entonces en algún momento por ahí me crucé con Julián el marchador, le di un saludo y ánimos, y poco después me pasó lo mejor que me pudo pasar para la carrera: alcancé a la liebre de 4:30, un tío genial llamado Gaizka. Me pareció raro porque iba solo con tres corredores a su alrededor, parece que lo que pasó fue que había una única liebre de 4:30 pero petó, y este otro era una de las liebres de 4h, que se ofreció a sustituir a la de 4:30, así que cuando lo alcancé hacía poco que había cogido la banderita y solo llevaba tres corredores con él. El caso es que los alcancé y me uní a ellos, su ritmo en realidad era un poco inferior al que yo traía así que me sentía cómodo. No terminaba de creerme que fuera a aguantar toda la carrera con ellos, pero al menos me distraería. En los siguientes kms él fue haciendo crecer el grupo, procurando que los corredores que íbamos adelantando se unieran también y animándonos uno a uno por nombre (una ventaja de ser un grupo pequeño, llegamos a ser unos 10 corredores como mucho). Y así nos llevó casi sin darme cuenta hasta el km 30 a unos 6:15 de media, y yo bien, con fuerzas. En ese punto, él mismo me animó a subir el ritmo cuando quedaran unos 7 u 8 km porque me dijo que me veía sobrado, yo todavía no me lo creía y le decía que estaba bien como estaba, temía que me diera un bajón en algún momento.Pero sorprendentemente nunca llegué a encontrarme el muro, al menos no noté nada más allá del cansancio normal, simplemente a partir del km 30 o quizás 32 empecé a sentir las piernas pesadas, costaba un poco más mantener el ritmo pero lo mantenía, y ya llegando al 35, 36, 37, la liebre me dijo que tirara, y ahí sí que ya casi lo estaba esperando, me sentía como un galgo esperando que le soltaran la correa. Durante toda la carrera había ido ignorando dolorcillos aquí y allá (cadera, rodilla, planta de los pies, arco del pie derecho…), y en este punto algunas de esas molestias se hicieron un poco más fastidiosas y me impidieron apretar con tantas ganas como quería, pero aun así me hice los últimos 5 kms rozando los 6 min/km en algunos momentos. Lo cierto es que, entre unas cosas y otras, me pasé el 90% maratón adelantando un goteo de corredores (claro, venía de detrás del todo…). Eso sí, esos últimos 5 kms sí se me hicieron un poco más largos, las fuerzas iban agotándose poco a poco, pero nunca tuve una caída radical, y de hecho llegué al final aumentando el ritmo más que bajándolo, yo creo que era rabia contenida saliendo a flote En el último km me encontré con mi mujer dando ánimos por cuarta vez, me paré a plantarle un beso y de ahí ya los últimos 800 metros de recta final fue un sprint con ganas, sonriendo de oreja a oreja y feliz de poder mirar hacia adelante y recuperar las energías y toda la ilusión.PD: Según los tiempos oficiales, hice la primera media en 2:16:40 y la segunda media en 2:16:21. Tiempo neto oficial 4:29:01.
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