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Compré en Bikila de Leganés unas zapatillas que siempre pido que sean neutras, ya que es lo que el podólogo me recomendó, a pesar de que yo soy supinador. Tengo cuidado con que no sean para pronador. Las compré en julio, y he estado entrenando con ellas en verano. Desgraciadamente empecé a tener problemas en el talón a finales de agosto. La causa la desconozco. He podido seguir entrenando pero siempre con molestias. El caso es que a principios de noviembre en una revista que edita la marca/empresa Bikila veo que el modelo de zapatilla Pearl Izumi que yo compré es con control de pronación. Me extrañó tanto que llamé por teléfono a la tienda de Leganés para confirmarlo, y así fue, son para pronador. Lógicamente, una semana antes de que fuera a correr la maratón en Valencia, decidí dejar de usar las zapatillas. Insisto en que no puedo asegurar que la lesión venga por, o sólo, por las zapatillas. Pero lo que más me ha desagradado ha sido la conversación con el encargado, el que dirige la tienda, cuando ayer en la tienda me dice que las cosas son así, me han dado unas zapatillas y las cosas no han salido bien, que a él también le han salido cosas mal en el atletismo. Yo le insisto en que si me dicen que las zapatillas son para pronador yo no me las compro, y para mi sompresa se saca de la manga el símil de si tú vas a cenar y no te gusta la comida, no te puedes quejar. Le digo que si yo soy celiaco, y me traen la comida inadecuada, yo sí me quejo. Lógicamente la mente empresarial del encargado, envuelta en un conocimiento profundo del mundo de las zapatillas, no le hace ver más. Esto me demuestra que Bikila es una empresa, lógico que quiera tener beneficios, pero que no me digan que estás apoyando al corredor. Creo que estas actitudes desmerecen que el nombre de un gran atleta como Bikila, famoso por correr descalzo en unas olimpiadas, aparezcan como presentación de esta empresa.