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[2018] MARATON SOLIDARIO DE TOLEDO

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djpseudo:
Gracias julian, ya me habian avisado de la entrevista el hombre del blog, super majos todos, la carrera, el ambiente, los chavales, el avituallamiento, para mí es como volver a esa epoca de los 90 que corríamos en carreras pequeñas con mucha pasión y humildad, buscando sobre todo disfrutar, te vi con buen gesto durante mucha parte del recorrido aunque al final ya ibas un pelin torcido pero aún así le echaste el resto.

Sobre la entrevista jejeje me salió todo de sopetón, un pasote de maratón sobre todo para los que disfrutan corriendo, marcas aparte que eso era lo de menos en esta ocasión.

abrazos y ya nos veremos en otra!

Julián11:
Cubierto de gloria me he. Me confundo un Rafa con otro, seguro que por culpa del avatar, mis disculpas.

Para mí, mucha tierra, y ya bacheada y con barro más difícil, pero fuerza y ganas tenía. No sé si no te quedaste a comer o lo hiciste en un primer turno, la comida también estaba muy bien.

djpseudo:
jejeje me quedé a comer, me despedí al irme, ya te veré en otra Julian, abrazos!

Julián11:
Toledo, va a tocar un maratón distinto, muy distinto. Y sólo 5 días desde Barcelona, y tal como acabé del estómago y el dedo del pie, a ver cómo llego. Sólo 3 días en Madrid, martes a jueves, decido no entrenar martes, pero miércoles sí, llueve un montón y me niego, que me cargo unas zapas o resbalo o lo paso mal, o todo junto. Jueves no pensaba entrenar para llegar descansado.

Este maratón tiene su parte mala, son muchas vueltas, y 70-75% del circuito es tierra, compacta, pero bacheada, lo peor para mí, muy duro. No me preocupa que no tenga opción de hacer marca, pero esa contrarrecta la recuerdo con miedo. Plenamente dispuesto a darlo todo, pero este circuito le tengo pánico. Y la música no suele acompañar. Aunque no lo comprendan los demás, hay músicas que me tiran el alma al suelo y me desmotivan, igual que otras hacen funciones poco menos que dopantes. ¿Y por qué hago este maratón? Porque es todo amor, estás un montón de horas dando vueltas y van pasando todos los niños del colegio Virgen del Carmen (de Toledo, claro), animándonos sin parar, los de todas las edades, desde 3 años hasta 2º de Bachillerato. Y los profes y trabajadores, todos organizando un maratón para un cupo de 50 afortunados, siempre con un motivo solidario, en este caso a la escuela Okong Oyek, de Guinea Ecuatorial. Y nos piden 10 euros de inscripción, y luego nos invitarán a comer en sus comedores. Y encima nos dan las gracias. Y, lo sé de la vez que he estado, te vas de allí como en una nube, de todo lo que has vivido.

El día de la prueba llego con María José (enfer), que me lleva en coche, como nos extraviamos para salir de Madrid (no vale reírse), llegamos justos de tiempo y me deja allí mientras aparca (mal por mi parte, abandonando el barco), me saluda Carlos, el organizador de esta edición, sólo le había atormentado hasta ahora por whatsapp, recojo dorsal, trato de hacer unos baños, está lleno, incluido Rafa (es forofo también, y como la carrera no es competitiva, no es spoiler decir que será el primero en llegar a meta). Me acabo de poner las vaselinas varias, mientras me saluda Alberto Costilla y las zapas, otro pis, y voy hacia la salida donde reclaman la foto de grupo. No veo a María José y sufro, a la par que me siento culpable, veo a todo el grupo de paquetes (no es que los califique así, ellos forman la paquetería, y lo llevan hasta en las camisetas), me saluda primero Edu Commedia, que veo no va a correr, así que seguro hará un amplio (y cojonudo) trabajo gráfico (otro spoiler, no me equivocaré), el resto de paquetes Pardi, Afa, Canillas, Zero, Gullie y Paloma (también cabesc a ratos, sin dorsal), también Javi Sanz, el abuelo caracol, Santi Hitos, Idoia, Rafa Martínez, mis Antonios (Rojas y Huerta). También algunos que no reconozco en origen (nada raro en mí). Un par de chicos de Lugo, que fijo me debían recordar de las 6 horas de Ponteareas (sin descartar ninguna otra posibilidad).

Carlos el organizador me ha guardado el #dorsal32 que sumado a los dos que llevo me asegura pasar desapercibido toda la prueba, porque por ir marchando, y el bulto gordo que hago no creo que nadie se fije especialmente en mi persona.

En fin, vamos a salir y me siento mal porque María José no está, luego sabré que apareció en la vuelta 2, y ya me quedé más tranquilo, y sólo un poco menos culpable. Se da la salida, procuro ir rápido al principio. Es más o menos rectangular el circuito, recta y contrarrecta (esta es el peor tramo por ser tierra y bacheada), los laterales son mucho más cortos (lateral primero y lateral último, lp  y lu les llamaré), creo que menos de la mitad que las rectas. Al principio hay sólo unos pocos chicos, de los mayores en lu siempre animando, en el punto por donde luego llegan del cole todos los alumnos. También los que están en el avituallamiento (está unos 15-20 metros antes de meta) y zona de meta. Quiero aprovechar para tirar fuerte las primeras vueltas con menos público, pues temo un crono fatal, y además en contrarrecta hay zonas (las cercanas al público en el tramo final de la recta) con barro, que será un marrón (sí, ya sé que el barro es marrón). Hago números, a poco más de 3m30s la vuelta haría 4h30m que imagino no haré, con el terreno que es tendría que estar en una forma más tremenda de la que tengo. Espero las piernas aguanten la dureza que me supone marchar en tierra, en especial esa contrarrecta, y más en las zonas de barro.

Después de unas primera 5 vueltas a menos de 3m20s hago las 5 siguientes entre 3m20s y 3m30s. Ahí paso a hacerlas durante más de 15 entre 3m30s y 3m40s. Cuando ya llevábamos más de media hora llegan chicos de los grandes, especialmente en la contrarrecta, también en la lp, animan mucho, y sobre todo en contrarrecta, también chocamaning, ahí se hace difícil pues está embarrado, así que choco manos mientras medio salto, mirando sólo al barro. He pasado el 5 en algo menos de 30 minutos y muy poco más de 1h01m el 10. No está mal, pero lleva mucho desgaste de piernas, en la recta el suelo está algo resbaladizo con algunos restos de barro que hemos ido arrastrando, los laterales son todo tierra y la contrarrecta, además de lo bacheado con un buen trozo embarrado. A partir de la primera hora ya han ido llegando muchos chavales, cuyo aliento nos alegran a base de bien el rato. Cuando me doblan hago algunos trozos con los dos Antonios, que echan cuentas de los maratones que llevaremos con este (si lo acabamos), creo que son 151 A. Huerta y 121 A. Rojas. Aunque llevo bastantes los míos serían 82. 354 entre los 3 (y creo que sobre 181 años entre los 3, eso ya da más vértigo). Les aguanto más o menos bien en las rectas, pero luego se me van fácil en la tierra. También una vez que me dobla el grupo de la paquetería (lo hicieron multitud de veces), tiro de ellos unos 30 metros (no creo que fueran más), para hacerles un poco de liebres, y sobre todo por distracción.

Me alcanza una de las cuatro chicas que participan, creo que es extranjera, aunque habla español, Manuela, al final no me queda claro, me pregunta si era yo el que iba marchando también en Arganda, con lo cual veo que ella también era uno de los #EspartanosdeArganda que no es poca cosa. Entiendo que igual que aquí me dobla, allí debí ser yo quien le adelantó. Para dejarme con los dientes largos, me pregunta si voy el domingo al de Badajoz, ella sí (la envidia se me funde con la piel), no le llego a explicar, pero la cosa es que la última vez acabé con los dedos de los pies hechos polvos de chocar, y una media que tenía el domingo, se quedó sin mi presencia, pues ni me podía poner las deportivas. Así que mi intención era si los dedos sobrevivían, intentar si creía llegaba en condiciones inscribirme esa tarde ya en casa. Consultando el reglamento, vi que las inscripciones se habían cerrado el día 7. También leí que estaban muy orgullosos de tener más de 1300 inscritos en el maratón de Badajoz, como pude ver más tarde unos 400 finishers (que ya son, para como están los tiempos), y el resto los de la media, pero siempre se vende mejor que todos son del maratón y punto. Y si lo comentas por ahí, como hacemos algunos somos unos tiquis miquis buscando siempre una ballena en el ojo ajeno. No hace mucho oí en TeleMadrid que el maratón de Madrid había crecido tremendamente desde los años 80 con 7000 participantes (que ya parecen muchos para la época) a más de 30000 en la actualidad (aquí paro la crónica y voy a buscar un sofá para esa gente, que se han tenido que quedar descansados con el comentario).

Aunque me fijo en el tiempo, no tengo muy claro los tiempos que llevo, pues el gps aquí se come metros y acaba con 2km de menos aprox. (lo sé de la ocasión anterior). Sé que voy perdiendo algo de ritmo casi llegando a la vuelta 30, he preguntado en meta cuantas llevo, y al siguiente paso me dicen que 29, con lo cual paso en más de 2h16m la media (luego al ver los resultados vi que se equivocaron y me dijeron que llevaba 29, sin contar que en esa hacía la 30, así en realidad había pasado en 2h13m y algo la media). No recuerdo en qué momento fue que se puso a llover bastante fuerte, pobres chavales, los del avituallamiento no se movieron ni 1 cm. De sombrerazo. Afortunadamente para el día de fiesta debió durar muy poco, no más de 2-3 vueltas. Toda la primera parte del maratón eran de los más mayores, los que estaban animando, y luego fueron subiendo ya de todas las edades más bajas.

Es difícil de explicar lo que sube la moral tanto ánimo, pero que nadie dude de que lo sube y se disfruta todo más, aunque cueste físicamente seguir al máximo de las fuerzas que uno tiene. Aunque presuma de chocar manitas, las de los más peques, también presumo y mucho de chocar otras manos que llevan ya su tiempo creciendo, y que me viesen como me vieses, tampoco dejaron de animarme ni un momento. Propondría que los que van siendo más mayores (los peques no tanto, porque detrás del seto no se vería) llevasen un cartelito o similar con su nombre, para que luego orgullosos pudiéramos recordar a muchos uno a una). Espero no riñesen sus padres a una chica de la contrarrecta que debió llegar a casa sin voz, ni cantando todo el repertorio de Luz Casal hubiera gastado tanto la garganta. Hay otra chica, mucho rato (con compañeros a ratos y otros sola) al principio de la contrarrecta, que no nos deja pasar a uno solo sin sus gritos de ánimo, tremenda, no se cansa ni ella ni su voz. Me doblan muy de seguido los que van más en cabeza, sobre todo rafa, que creo que no hay vez en la que no me anime al hacerlo, afortunadamente hace poco me corté el pelo, porque si no, me despeinaría cada vez, a la velocidad que me adelanta. También Capi va subiendo ritmo, y el resto de la cabeza, los dos gallegos me doblan menos (pero muchas veces, claro), y también siempre tienen sus palabras de ánimo.

Sólo hay unos momentos tristes, y es cuando a algún grupo de los mayores les llaman porque han de regresar al cole, y bien ves cómo se van, o a la siguiente vuelta ves que ya no están. Pero como van llegando los peques, en algún momento se juntan más grandes en contrarrecta y peques después del arco de meta y muy peques antes del mismo (además de los mayores que están siempre en el lu, sean más o menos, y ayudando al tráfico de entrada y salida de los más pequeños). Por contrarrecta siempre mirando al suelo e incluso con algún salto para esquivar charco o los trozos más embarrados (hay que tener en cuenta que con esos minutos de lluvia, las zonas de barro ya no van a secarse, e incluso hay más suelo mojado en los primeros minutos después de esa lluvia). Las piernas después de más de 40 vueltas están ya bastante castigadas (muy castigadas), y los oídos míos también, porque con el “un movimiento sexy” y el “Despacito” estoy notando la mano negra que trata de evitar que acabe este maratón. Pero todos esos ánimos y esos gritos de aliento me refuerzan la voluntad  de seguir.

Incluso veo (no lo vi hace dos años, si mi vista necesita gafas para leer de cerca, para hacerlo de lejos y en movimiento me haría falta una colección de prismáticos) que muy poco antes del arco de meta están letreros con mi nombre animándome (todos tenemos a los alumnos de una clase que se encargan de animación más personal, una clase para cada tres, aparte de que animan a los profes que también hacen el maratón), los subidones a ratos se multiplican, está claro, y así consigo que aunque cueste, las piernas no titubeen en seguir al máximo. La moral durante varias vueltas es muy buena, no quiero preguntar las vueltas para no llevarme un disgusto (en esos momentos no sé aún que la media no fue tan mala, lo digo por cuando me dijeron que llevaba 29 vueltas eran 30 y por tanto no era tan penoso mi tiempo al paso de la media). Es una pasada la recta, a pesar que al lado de los setos de la izquierda el suelo es más incómodo de pisar (no es negociable, si las manitas están puestas allí, por allí hay que pasar), me pongo allí bien pegado desde el principio de recta, y tengo que agachar en ese tramo la chepa, pues esa manitas apenas consiguen que sus brazos atraviesen a mi lado del seto para poder ser chocadas, en ese tramo al no pasar de él en ninguna vuelta, me quedo sin agua, pues está al otro lado del carril, no habrá problema, l@s chic@s voluntari@s se dan cuenta y me la acercan, de lujo. Al acabar esa pasada de manos (según las que pongan deben ser entre 15 y 30 cada vuelta en ese tramo de seto), recupero verticalidad y bebo (si he pedido agua en esa vuelta), recupero aliento y al llegar al arco, otra vez a la izquierda nada más pasarlo, estos peques son algo más grandes, gritan más también, y chocan y no estás ni pendiente de las vueltas que llevas, al acabarse el seto (que creo a veces guarda a chavales de más de una clase, llega las vallas que cubren el  final de recta y giro al primer lateral también hay otros que deben ser de la ESO, y más ánimos y chocar manos. Así acaba uno la recta de meta, con gasolina siempre para algunas vueltas más, un recargo de combustible muy gustoso. En algún momento aparece como público un forofo, Fran (Calducho), que me anima y también me ayuda a superar lo duro que me resulta el trazado.

Pues las piernas siguen pesando, pero se lleva lo mejor que se puede en contrarrecta, y al llegar a la recta, cuesta meterse a la izquierda por lo irregular de las baldosas o ladrillos, pero en breves momentos otra recta de éxito interior, la coge uno, casi sin respirar, pendiente de no pasarse una mano, te dicen ¡Ánimos! A veces, porque sus profes les han dicho que nos tienen que dar ánimos, a veces al final de la fila está también su profe con la mano puesta. Antes de llegar a meta, y sin que se olviden de ninguno de nosotros en el avituallamiento en ninguna vuelta (me he alegrado más por l@s chic@s que están allí de que parase de llover, que por mí, y eso que habría sido un marrón muy embarrado para mí) hay unos cuantos de los de últimos cursos, además de adultos, acompañantes, familiares (y fotógrafos), y casi siempre se oyen un montón de aplausos y palabras de ánimo, para que cada recta no tenga un cm de desperdicio. Arco de meta y a la izquierda, en un par de vueltas tengo la sensación que una niña trata de rodearme con sus brazos (difícil tarea con lo que como y ocupo), esa sensación tengo, no paro ni freno nunca (¿debería hacerlo? Me pregunto, no lo sé, acostumbrado a sólo parar por necesidades de evacuación, casi que ni sé), a saber si volvería a arrancar de hacerlo.

Cuando empiezan a llegar los primeros, te sientes más rápido, porque ya cada vez te doblan menos corredores y menos a menudo. Quique Benito, que había salido muy fuerte está haciendo trozos andando y trozos a ritmo muy fuerte (y es muy raro que me doble sin darme ánimos, ni en las pocas veces que me desdoblo con él alguna vuelta deja de animarme.. Carlos el organizador que también corre también va doblando y animando, a buen ritmo, como se nota que tiene dos piernas que funcionan y la mitad o menos de años que yo a sus espaldas. La verdad es que desde la mitad de la prueba la barriga ha ido molestando, pero ni quiero mientras pueda, ir a los baños, no empiece a desfilar por ellos cada dos vueltas como el domingo pasado. Así que aguanto con algunas molestias a ratos y otros casi sin ellas.

No pasan sin darme cuenta esas vueltas, pero sí que se hacen mucho más llevaderas e infinitamente agradables, las piernas están ya con demasiada faena hecha encima, y siguen quedando bastantes vueltas. Ni pregunto cuántas todavía, no me atrevo. Creo que llevo ya más de 50 y deben quedar 20 o 20 pocas, trato de pensar en que estaré bordeando los 30 km. Aparece por allí y anima Jabo, imagino que lleva un tiempo lesionado, siempre me anima de buena fe, pero siempre me sabe mal, porque creo que cuando está al otro lado, es por estar lesionado. Sus ánimos también se agradecen, incluso cuando pasa a la contrarrecta, ya se han ido la mayor parte de los mayores a sus clases, y esas “últimas” vueltas son más desangeladas por allí, lo único bueno es que al no estar nuestros supporters no tengo que pasar por donde más barro hay. Es por entonces que pregunto y en un paso por meta me dicen que me faltan 12 vueltas (3h53m y llevo 35,5 km), he hecho desde la 50 a la 62 entre 3m59s y 4m08s. Sabiendo que me quedan sólo 12, que voy descontando una a una, trato de apretar y al menos consigo no volver a hacer 4 minutos por vuelta). María José hace rato que ha parado, y también Rafa Martínez y algunos más (casi todos menos dos, de los que iban por detrás de mí). Y sigo descontando, a menos de 10 vueltas ya no queda ninguna clase, sólo en zona de meta de los mayores y los que aguantan (al final sólo quedará uno) en el lu, y por supuesto las chicas que quedan en el avituallamiento, que son todo sonrisas y ofrecen. Agua y naranja es lo que he ido cogiendo durante la carrera (más los geles que llevaba yo, 4, que he ido cogiendo cada 15 vueltas más o menos, pues nunca tenía claro en qué vuelta estaba). He visto a lo lejos a Alberto, que me sacaba vuelta y algo, y pensando en subir ritmo y desdoblarme, pero nunca me acerco a más de 80 metros, e incluso al final desaparecerá de mi vista.

No calculo lo que puedo hacer de marca hasta que me quedan unas 5 vueltas 4h20m30s (km39,4). Y estando por debajo pero cerca de los 4 minutos, al menos bajar de 4h40m que no me parece tan mala marca para la dureza que tiene el recorrido para mí. Creí que iba a ritmo de peor marca (el gps al marcar menos km en ocasiones te pone ritmos de 8 minutos que aunque no sean ciertos te desmoraliza verlos en el reloj).. Sigo descontando vueltas y lamentando que se hayan ido esos supporters que teníamos, diga lo que diga no lo habré transmitido bien, pero ha valido y mucho la pena aguantar ese suelo de tierra y esa música rencorosa (no sé el motivo de que me tenga esa música tanta manía, para castigarme repetidamente), que esa no se ha ido como todo el alumnado de las clases de primaria y ESO. 3 vueltas y 4h28m20s he intentado apretar, pero es que las piernas hace rato que su milagro es seguir avanzando, en los baches de la contrarrecta se me hunden en la lucha que me imagino resulta poco eficaz por mi parte.

Dos vueltas 4h32m11s y con lo que he apretado, no lo veo claro, un chaval me dice que cuántas me quedan y al saber que son dos me acompaña, encantado, y avergonzado de que tenga que sufrir mi ritmo, a ver si se me va a quedar dormido de pie, adelanto a Idoia, que no va mucho más lenta que yo (creo que le saco 3 vueltas ahora, había estado ella delante, no es importante, pero sirve para con referencias pelearse uno consigo mismo). Llego a la última vuelta con 4h35m54s y me he dejado mucho en esa penúltima, sólo un poco más y sí bajaré, no lo tengo claro, aunque sí lo veo, ya a falta de media, recta de meta con mi escolta pretoriano que en lo últimos metros se aparta para que entre solo. Y ya está, paro a los 3-4 metros, me pongo a un lado, porque no tardará en pasar Idoia, y mis piernas están perjudicadas, pero que mucho, mucho. 4h39m32s. es decir que incluso he ido más rápido en la última vuelta (no tenía esa sensación, trataba de ir al máximo, como había hecho en las últimas), creo que me hace fotos Commedia, que siempre ha tenido una sonrisa para mí.

Resoplo y resoplo, 156 ppm de media y más de 4800 calorías gastadas. Lo he acabado, pero me ha costado lo suyo (en realidad lo mío, que para eso lo acabo yo). Choco la mano y agradezco al chaval su compañía en las últimas dos vueltas (y como soy un maleducado, ni le pregunto el nombre, bueno, no es porque sea un maleducado, que seguro que lo soy, es que las luces mías al acabar la prueba me alumbran igual que a Pilatos las bombillas fundidas). Estoy satisfecho pero fastidiado, decido ir a por la bolsa para quitarme las zapas. Gran servicio me han hecho las zapas y tremendo comportamiento el de mis aguantando la tierra, los dedos no chocando nada, y también el dedo herido que no ha molestado nada en toda la prueba. Cojo la bolsa, me pongo las chanclas como puedo (después de un maratón, estando de pie, el proceso de quitarme las zapas y calcetines y poner las chanclas es para verlo, pero mejor a cámara rápida, que le pueden dar a uno las uvas -a mí no, porque no tomo uvas nunca, para que luego digan que soy raro-). Me dan la camiseta, como puedo certifico que es talla XL.

Después de recoger la bolsa, sigo muy castigado de piernas, aparte de estar cansado todo yo (es lo que tiene un maratón, que cansa). Me recuerdan que me tienen que dar la medalla (ya lo sabía, eso no se me olvida, la de aquí es muy especial), much@s chic@s hay, supongo que mayormente de segundo de bachillerato, me felicitan y se lo agradezco, me dicen que suba al podio (es un plinton), me lo miro y les digo, que si en vez de subirme me lo dan sentado en él, además de que hay que innovar, estoy deseando sentarme, y mis piernas lo desean aún más que yo. No sé si creen que lo digo en serio o en modo vacile, pero me dicen que ok, me la pone la directora del cole (me levanto un poco, porque sentado ahí estoy muy abajo) y luego la foto juntos es sentados, a ver qué deportista de élite (que no vaya en silla de ruedas) recibe galardones en el pido estando sentado. Sonrío todo lo que puedo, porque estoy cansado, pero muy agradecido y también satisfecho de haber podido con un recorrido tan “sisino” para mí. Noto otra vez que cuando me aplauden de cerca, me da tanta vergüenza que no sé dónde esconderme, especialmente teniendo en cuento los pocos km cúbicos que abulto. Voy y agradezco también a las chicas que no han fallado ni un momento atendiéndonos, sonriendo y animando desde la mesa del avituallamiento. Que es un ratazo largo, primero frío, luego agua, y al final las mismas caras repetidas vuelta a vuelta.

Me dicen de bajar en un coche hasta el cole (allí se ducha uno y nos dan de comer), pero como va lleno digo que no importa, incluso me dicen que puede volver el coche en 5 minutos, les digo que no es problema que bajar es un momento, no es que les mienta a ellos, me miento a mí mismo, que recuerdo lo que me costó bajar el año pasado (después del maratón, bajar andando y cargado es cualquier cosa menos mi deseo favorito), me dicen un chico y una chica, de último curso también, que me acompañan, el chico me dice que me lleva la bolsa (mi bolsa siempre tiene un bulto importante y un peso desagradablemente más importante), le digo que gracias, que no se moleste, lo bueno es que creo que lo digo sincero. Me hace desviarme a la izquierda y bajamos por una rampa (una calle con bajada pronunciada), antes de 10 metros ya había parado tres veces, las piernas fatal, claro, tengo que parar y poner las manos en los muslos, no sé si para calmar las piernas o para que no se caigan a cachos ambas dos. Al final en un descuido de buena fe del chico, le digo que le cojo la palabra anterior y le cedo el dudoso honor de llevarme la bolsa. Ël por supuesto lo hace con una sonrisa. No es que ya no me pare, es que al menos me paro con menos dificultad.

Cuando se acaba la rampa, que para 150 metros, me ha durado unos cuantos minutos, lo llano es más llevadero, no hay que forzar para andar, sólo arrastrar las patas lo mejor que pueda, casi llegando al cole, me acuerdo, ¡andá, los donuts! Bueno los donuts no, pero al bajar por la rampa y no por las escaleras no he pasado a agradecer al chico que seguía allí animando hasta al último corredor (que ni decir tiene que será Santi Hitos), me dice mi muy agradable porteador que no pasa nada que le llama, Nacho es el nombre dell chico (por fin, y si es que no lo recuerdo mal, sí sé el nombre de uno de estos ángeles), aprovecho que pasa un banco cerca (o somos nosotros los que pasamos por un banco, como vamos a velocidades parecidas no sé cuál es el caso) y me siento para la llamada. Me pone al teléfono, y le doy las gracias entre jadeos, muy sinceramente, para que no se espante cuando acabo le garantizo que no me estaba tocando, simplemente que sigo bastante cansado (esto no sé si debe pasar censura, ya sea por lo obsceno o por lo penoso).

En el cole me siguen acompañando hasta los vestuarios, todos los chicos que pasan por cualquier parte me miran mucho, e incluso algunos vienen, aun yendo en algo parecido a una fila, a chocar manos conmigo (mis manos han trabajado mucho, pero es que hay cosas que no cansan, aunque hubiese agradecido alguna vuelta con manos esperándome por mi lado derecho). Toca bajar escaleras, pero no pasa nada, estoy deseando llegar al vestuario y sentarme con calma para prepararme sin prisas para la ducha. Al pasar por el patio se me acercan un montón de chavales (un regalo para mí), y además de poner todos las manos a mi alrededor para chocar, me preguntan de dónde soy, no sé el motivo, pero les digo que de Madrid, pero que eso da igual, que español como ellos. Algo más me preguntan y lo contesto, pero la verdad no recuerdo qué. Más chavales saludándome, y muchos mirando así como supongo que debieron mirar a todos los otros que pasaron antes. Y al final me dejan mis dos más que agradables guías, les agradezco mucho todo. Y en el vestuario veo que para sentarse no hay nada. Bueno, me cambio como puedo, me ducho rápido, muy cansado, y deseando llegar al comedor, más que por la comida, porque recuerdo de hace dos años que había sillas, que es mi máximo deseo desde hace rato (a falta de sofás).

Cuando al final acabo, justo al salir llega Jesús, con las mismas pretensiones que yo, sentarse en el vestuario (en 2020 nos traemos una silla playera plegable), y el pobre se queda igual de desolado que yo. Al salir se me acercan dos chicas, supongo que de la etapa final de la Eso, que tienen el encargo de llevarme hasta el comedor (como me pierda en el cole, y acabe en alguna clase de los peques, soy capaz de repetir curso, ese es mi nivel), lo hacen muy bien, yo voy detrás de ellas, y juraría que mis piernas van detrás mío, si de ésta no me hacen un brexit las patas, ya no sé cuándo lo harán. Un día me dijeron que se iban a Bruselas el día menos pensado, y les dije que esperasen a octubre, que antes no había maratón allí, y ya no volvieron a sacar el tema. Las chicas van contentas porque dicen que mientras me acompañan no hacen clase. Algo así pensé yo en más de una ocasión hace ya unos nueve lustros. Pasamos por el comedor donde están un montón de peques mirando con los ojos muy abiertos (no como yo, que me dormía en el cole, sobre todo en clase de música en el salón de actos, te ponías allí cómodo como en el cine y te tocaban músicas de la edad media o clásica y no duraba ni cinco acordes despierto), alguno también me reclama mano de chocar y yo encantado. En todo momento llevo puesta la medalla, muy orgulloso de ella, por lo que me ha costado y sobre todo por lo que significa.

Me dejan allí y se van, están todos comiendo, me explican cómo funciona y no entiendo muy bien qué me quieren decir (sólo pienso en una cosa), así que cuando acaban pregunto si hay alguna silla libre, y allí voy a sentarme y coger aire y relajación para las patas, que falta les hace, estoy en un extremo de una mesa larga, al otro lado están los paquetes, justo llega María José, que creo está tramitando los papeles para adoptarme, no permite que yo haga nada (no es que pueda hacer mucho, pero a mi ritmo algo), me trae hielo, para el vino con gaseosa, hay arroz o calamares, cojo calamares, no sé si me quedarían fuerzas para recoger paladas de arroz y elevarlas hasta mi boca, seguramente con los calamares veo un plan más sencillo, menos lento y más eficaz, aunque luego tenga que morder. También me los calienta, así que voy tirando con tinto de invierno y calamares (sí, los cojo con los dedazos), tengo la sensación, creo que poco errada de que me miran bastante, pero sin prisas, teniendo fuerzas para comer así y sentado, como Concha Velasco, encantado de la vida. Los acabo y quedo con María José que me va a poner 2-3 más (de esta me van a tildar de mega machista o más), así que en el segundo plato después de comer 5º 6 sólo quedan 9 u 11. Creo que hay risas por la paquetería. Hablo también con varios, algunos se van yendo y otros van a tomar café en el bar más cercano.

Allí van los dos Antonios y les digo que me tomo uno allí y luego vamos María José y yo a tomar otro allí (ella ha comido poco o nada),, de momento estamos echando risas. Al final ya salimos, ha sido un lujo para mi hasta la comida, sentado con unos calamares y un vino con gaseosa, no habría pedido más (nunca rechazaría unas cervecillas, claro). Damos mucho las gracias, porque el trato que nos han dado en todo y para todo no se puede mejorar.

A Antonio Rojas le he traído un pincho con las canciones que tengo grabadas en el mp3, que las oyó muchas en el viaje a Langreo y dice que le parecieron bien porque eran de su época (como la mía, el Mesopotámico). Incluso están mirando de volver a hacer otro maratón en pista en Jaén y me dice que vaya que pondrá toda la música que yo quiera (sólo de pensar en el despacito me entran calambres en los tímpanos), pero aún me convencerá, se irá viendo, son muchas las garantías que pido (como las grandes estrellas, en mi caso el estrellado grande). Tomamos allí un café agradable en el bar, y con calma regresamos a Madrid, también me acompaña María José, casi hasta casa, aunque no ha hecho el maratón entero (de lo que no sé si soy culpable, como mínimo en parte sí),está contenta, porque ha estado con los peques (llevaba un muñeco con el que les ha hecho cosas a los más peques, creo sólo haberlo visto de lejos, o haberlo visto en fotos, ya ni recuerdo). Y ya está.

8º maratón del año (82 en total), 9ª prueba de más de 42 km en 54 días, y paró ya la presión, en tres semanas estaré con el siguiente, pero mientras a ver si cojo aire, suelto peso, pillo forma y dejo que se aleje el frío de una vez (porque la lluvia ahí sigue). Es un maratón muy distinto a los demás, no es comparable, no es mejor ni peor, es inigualable, pues no hay ninguno que sea por el estilo. Los ánimos y entusiasmo que pone allí todo el mundo, desde los peques de 3 años hasta la directora del cole, ni lo de master card ni leches, no es fácil de encontrar, sentirse querido úitl, y estar en medio de semejante fiesta es algo que el destino nos ha querido regalar. Trato de convencer a otros para que se apunten, o incluso que vengan sin dorsal a hacer los km que quieran, sin obligación, incluso sólo a mirar, pero nada. Es cierto que al ser en viernes hay quien lo tiene más difícil, pero habrá que ver el día que en lugar de hacerlo yo, lo recomiende un influencer. Parece que al menos tendré sitio guardado, me han dicho que esperan verme en dos años, alguno incluso que conmigo la prueba gana en caché (con otras palabras mejores), para mí lo he hecho mal en cuestión de crono (aunque satisfecho por la dificultad que me representaba el terreno), pero creo estaban muchos contentos de mí, y esperando y deseando que vuelva al próximo, en el que estará Ana organizando otra vez (esta vez no porque ha sido mamá no hace mucho, y entre la faena del bebé y la de limpiarse la baba cada vez que le mira, no ha tenido tiempo para esto, aunque ha pasado a saludarnos a todos). Sólo me faltaba que me dijeran que querían que volviese en la siguiente edición. Encantado 8aunque enviaré alguien a casa del speaker a que le sustraiga con nocturnidad, o con lo que haga falta, todos los archivos donde tenga grabados Un movimiento sexy y el Despacito.

¡Qué maratón y qué día! Esto es muy distinto, pero hay que vivirlo, no se te olvida jamás, afortunadamente.

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