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Autor Tema: Mi Segundo Maratón. Historia de una obsesión  (Leído 5992 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

17 Marzo, 2014, 17:37:31 pm
  • Padre
  • ***
  • Mensajes: 64
  • Aplausos: 4
Es sábado 22 de febrero. Soleada tarde sevillana. Estoy solo en la habitación del hotel. Me debería acompañar Spyder pero una tendinitis en la rodilla lo ha hecho claudicar, porque un maratón no lo corre quien quiere, lo corre quien puede…

La soledad me da igual. Y la ciudad. Y los monumentos del recorrido. Y la temperatura. Yo aquí solo he venido a una cosa: a ver pasar los carteles de los kilómetros.

El camino ha sido largo y duro. Lleno de incertidumbres.

La obsesión empezó en el maratón de Palma de Mallorca, el 20 de octubre. En el km 18 me rompí parte de la fascia plantar y seguí hasta el final. A partir del 32 ya solo pude caminar y pasé más de 3 horas en el infierno. Fue terrible. Aún hoy no puedo explicar por qué seguí, arrastrando un pie y con las lágrimas cayéndome por las mejillas a ratos por el dolor.
Cuando crucé la meta comprendí que aquello no había servido para nada. Son cosas que no tienen importancia, la esencia de la vida es otra; hay que preocuparse por lo que realmente cuenta, y tomar perspectiva. Pero yo volví en el avión realmente jodido y derrotado.

Al día siguiente la doctora no podía creer que hubiese hecho 24 kilómetros en ese estado. En la planta y bajo el tobillo además de la hinchazón se veía el morado de la herida interna. Yo tampoco lo podía creer.
Aun así, tras preguntarle varias veces cuánto tardaría en curarme, conseguí que me diese un plazo, “no seguro, estimado, aproximado, con reservas, dependiendo de muchas cosas…: 8 semanas” Más o menos para Noche Buena.
A eso le sumé otras 8 semanas y busqué el siguiente maratón que había en España: el de Sevilla, el 23-F. Y me inscribí con las muletas apoyadas en la mesa.

Todos me volvieron a tomar por loco.

El gran Olmedo, maratoniano sub 3 y ahora retirado por lesiones varias me dijo esta frase: “El tigre no se preocupa por lo que piensan de él los corderos…” Bueno, la verdad es que aunque supuestamente a mí no me preocupase lo que pensaran los demás, no se lo dije casi a nadie, no sea que diese pie a que pensasen que lo que dice mi padre sea cierto:

“Hijo mío, cada día eres más tonto…”

Así que seguí montando en moto para mantenerme en forma. Con las botas de enduro la fascia no sufre, y al siguiente fin de semana competí en El Molar. Cada vez que apoyaba el pie me mareaba del dolor, aunque contaba con eso. Tuve que esconder las muletas para que no me pusieran problemas (esto no es como moto GP, que te los enseñan muy lesionados); aún renqueante conseguí un quinto puesto en resistencia de la comunidad de Madrid a final de año, en Senior A, que es donde participan los salvajes. (Esto tiene matices, eh?, que en otras categorías hay más que me ganan…).

Me hice unas plantillas, con la mayor ilusión del mundo. Estábamos a principios de diciembre, y no me las pude hacer antes porque el pie estaba inflamado.
Cuando me las dieron parecía que llevase dos canicas en las plantas de los pies, pero cuando caminé la planta no me dolía. Me saqué el billete de AVE para Sevilla. Aquello iba encarrilado.
Y comencé a correr. UUUUUUoooooooo, enormes sensaciones.

Para ajustar más aún el asunto, me fui a Laister a que me midiesen todo y que me vendiesen unas zapatillas. La solución fue que debía seguir usando las Nimbus, pero medio número menos; por primera vez en mi vida la responsabilidad de elegir un calzado y su talla no era mía. Aquello me gustó.

Feliz y exultante como un futbolista profesional cuando se da cuenta de que baja fácilmente de 3 minutos en 1.000 metros comencé a ampliar mis tiraditas hasta los 10.000, con dolores normales? y soportables.

El día de Noche Buena volví a correr a la Casa de Campo, a primera hora, bajo la lluvia, y apreté. Hice kms a 4:30, como en los viejos tiempos. 14 kms. Enorme. Uau!!! Hemos vuelto….

No habíamos vuelto.

Por la noche los dolores en la fascia eran insoportables.
No podía caminar sin cojear.

No.

No.

Oh, no….

Lo peor es que esto no lo puedes decir en la cena de Navidad:

-   Feliz Navidad ¡ Viva la Navidad!! Sin embargo, queridos todos (casi todos) yo no comparto vuestra alegría… porque me duele el pie, y me he empeñado en correr un puto maratón en febrero… así que estoy jodido, cabreado y triste… Y ahora vamos a brindar!!! Por mi pie!!! A ver si viene Papa Noel y me lo cambia esta noche…

No procede, verdad?? Pues es lo que sentía…

-   Qué te pasa Rafa??
-   Nada
-   Te pasa algo?
-   No
-   Estás más delgado
-   Pues he engordado 4 kilos…

En esas interminables sesiones leyendo sobre la fascitis en internet descubrí historias espeluznantes. Mucha gente no las supera. Otros tardan años; había hasta un doctor que tuvo que dejar de operar porque ya no podía estar de pie.
Y una fase de la lesión: negarla. Pensar que mañana te levantarás y no dolerá nada. En esa fase estaba yo. Así que descansaba un día, y al otro corría. Y por la tarde el horror.
Me levantaba al baño por la noche y me ponía las plantillas.
Tenía la casa llena de pelotas de tenis para apretarlas contra el suelo.
Antes de beberme una lata de lo que fuera la estaba rodando con la planta 20 minutos.
Descansé 4 días y probé de nuevo.
Nada.

El día de Año Nuevo hablé con un traumatólogo cirujano amigo de la familia que me operó de la rodilla. Le pregunté qué podía hacer. La respuesta típica:

-   Mira, yo como médico y como amigo, lo mejor que te puedo aconsejar es que no corras…

No me valía. Le dije:

-   Mira Alejandro, te voy a hacer la pregunta de otra manera: en el maratón de Sevilla voy a salir a correr, pase lo que pase, y esté como esté, voy a salir a correr hasta que aguante. Entonces mi pregunta es: ¿Qué podemos hacer para que me duela lo mínimo???

Con cara de pena pensó unos segundos…:

-   Te puedo infiltrar la semana de antes, y meterte corticoides.
-   Cuántas veces lo puedes hacer??
-   Pocas, no es aconsejable. Solo lo haría una vez para que corras ese día sin molestias.
-   No vale; para preparar un maratón hay que correr unos 400 kilómetros los dos meses de antes. Si no lo hago tampoco lo acabaría en menos de 4 horas…
-   Como amigo y como médico te aconsejo que no corras…

Puf.

Verdaderamente si tenía dolores intensos no lo iba ni a intentar: bastante lección había tenido ya. Pero si un maratoniano desiste cuando le duele algo no correrá ningún maratón, porque las molestias se asumen. Antes, durante y después.

Se asumen.

Así que contacté con Sebas Truyols. Es un fisioterapeuta de deportistas, que comprende que a veces es muy importante la urgencia en la recuperación. También me trató la segunda rodilla en la rehabilitación.

Aunque siempre voy cuando estoy jodido, siempre me alegro de verlo.

-   A ver Rafa, qué grado de agresividad en el tratamiento estás dispuesto a afrontar.
-   El grado máximo.
-   Pero estás tan preparado para como para ganar en estas cosas.
-   No
-   Entonces?
-   Estoy obsesionado. Estoy loco, ya lo sabes.
-   Bueno, podemos hacer un tratamiento de fisioterapia normal con masajes, o un tratamiento de EPI, que lo curaría antes.
-   De EPI.
-   Si no sabes ni lo que es.
-   De EPI.
-   Eso duele.
-   Vamos.

Me lo explicó:

Electrólisis Percutánea Intratisular (aún hoy lo tengo que buscar en Internet). Se trata de que te meten una aguja de acupuntura de 12 centímetros hasta la zona dañada… Bueno, es esto:

La Electrólisis Percutánea Intratisular (EPI®) es una técnica de fisioterapia mínimamente invasiva que consiste en la aplicación de una corriente galvánica a través de una aguja de acupuntura que produce un proceso inflamatorio de carácter local permitiendo la fagocitosis y la reparación del tejido blando afectado (tendón, ligamento, músculo, etc.).

Y duele. Vaya si duele.

Te tienen que agarrar entre dos para que no te muevas.

Pero cura. Cura inmediatamente y de una manera sorprendente. Y además, y esto es espectacular, tienes que correr para que cuando el tejido se regenera lo haga de acuerdo a los requerimientos de la carrera.
Era el 3 de enero, y esta vez sí…los Reyes Magos me trajeron un pie nuevo.

Esa semana corrí más de 40 kms. Y con dolores asumibles.

Aún estábamos a tiempo.

Había aprendido mucho del entrenamiento del anterior maratón: no siempre es mejor correr mucho, no siempre es mejor correr rápido, las series te hacen mejorar pero también son muy peligrosas por las lesiones. El descanso es muy importante, te hace mejorar…Oh! Lo tenía todo claro…

Entonces llegó la gripe.

Una gripe como las de pequeño. Un tío fuera de combate una semana. Dolores de haber recibido una paliza; un malestar que me impedía hasta dormir. Sueños febriles que se mezclaban con la realidad. 10 pasos atrás en la condición física.
Una verdadera mierda.

Creo que los virus han mejorado notablemente en los últimos tiempos. Hacía años que no faltaba al trabajo por enfermedad. Y ahora 4 días, más el fin de semana.

Y luego la resaca.

La gente eso ni se lo plantea; no se da cuenta de que una cosa de estas la debilita, que pierde rendimiento…pero nosotros sí lo sabemos verdad?? Sabemos a qué pulsaciones tenemos que ir corriendo a 5:30, a 5:15, a 5… a 4:50. Sabemos cuánto tardamos en hacer cada distancia y lo que debemos sufrir. Y sabemos el palo que nos da una buena gripe.
A lo que se añadió que perdí un pinchazo de EPI (son 5 o 6 normalmente), y que se me acumuló todo el plan de entrenamiento…

Así que en una semana corrí la media maratón de Getafe, entrené dos días, y el fin de semana siguiente me hice la tirada larga de 32 kms, imprescindible para preparar un maratón, físicamente para que el cuerpo asimile semejante disparate y no estalle el día D, y mentalmente para que sepas que lo puedes correr… o no.
Más de 70 kms en una semana.

Mi cuerpo los había soportado.

Después la fase de enfriamiento. Básica. Corriendo poco a poco menos. Dormir bien. Tiradas de 5 kms a 6 minutos…Para qué?? No sé, lo dice Asics, pero a los dos días vuelas.

Dolores soportables, asumibles, ya sabéis.

Y la semana de antes de la carrera con sensaciones de catarro diarias… Eso ha sido un pinchazo?? Me vuelve a doler al pie??? por qué tengo tanta sed????...

Hasta aquí. En la habitación del hotel, solo, en la víspera del maratón. Mirando por la ventana sin ver.

Diciéndome una y otra vez que eso no es un pinchazo. Que no me voy a constipar aunque me pique la garganta.
Eludiendo esa imagen de mi mente en la que de pronto te paras y en segundos te comienzan a pasar cientos de personas; en la que te tocas ese dolor para asegurarte de que duele de verdad. En la que das tres pasos y duele a rabiar y vuelves a parar. Eso no pasará, Rafa. Vamos, eso no pasará…

Con miedo al fracaso. Con un respeto por los 42 kilómetros que antes no tenía, porque no los había afrontado. Sabiendo que aquí hay imponderables, que pueden pasar muchas cosas que te hagan abandonar.

Creía haber aprendido la lección de que si me lesiono voy a parar.
Sin embargo ahora frente a la ventana, solo, tengo claro que mientras pueda correr no me voy a rendir. Que si puedo soportar el dolor que sea, si aparece, mientras pueda seguir corriendo no voy a parar. Voy a seguir aunque me tenga que agarrar al asfalto con los dientes.

Porque un maratón no lo afronta quien quiere, lo afronta quien puede...



Continuará...
« Última modificación: 17 Marzo, 2014, 17:39:37 pm por rtorres »
17 Marzo, 2014, 20:04:08 pm
Respuesta #1
  • EN ACCIÓN
  • Bisa
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  • Mensajes: 2.489
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  • Para atrás ni para coger impulso
¿De qué va todo esto?


Edito para añadir algo, ya que he visto que has comentado alguna cosa en tu presentación y en el famoso post nº1...


¿Quieres la absolución o la crucifixión? :sarcastic:
« Última modificación: 17 Marzo, 2014, 20:24:49 pm por JVGM »
¿Por qué renegamos, maldecimos y juramos que ni una más, y a los cinco minutos de terminar ya estamos pensando en la próxima?
17 Marzo, 2014, 20:05:01 pm
Respuesta #2
  • Padre
  • ***
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Por fin son las 7 de la mañana. Por fin. Esto no iba a llegar a nunca. Aún queda un largo camino hasta que esté corriendo.
A las 5 me desperté en modo pánico porque me picaba mucho la garganta. Puse la calefacción a tope.
Ahora no me duele.
No sé si porque fue una "palabra censurada" alarma o porque al final le he transmitido al cuerpo una obsesión tan intensa de que esto es muy importante que él directamente ha vencido el dolor generando anticuerpos atómicos.

Cuando llego a desayunar todas las mesas están vacías y con platos sucios. Confío en que esto no sea una premonición de que hoy llegue tarde a todos sitios. En verdad no voy tarde, es que los otros iban antes.
Los hoteles de los maratones son distintos a los de las carreras de enduro.
En las motos la gente se cree buena, porque de hecho conoces al que va a ganar y está en el hotel contigo, y habéis montado juntos y tal.

En un maratón no conoces al ganador y no lo has tratado. Primero porque corren 9.000, y no 200, y segundo porque es africano. Él y los 10 siguientes. Y cuando yo veo andar o correr a un tío de estos, está claro que no se puede no ya ganarle, sino ni siquiera competir. Van flotando.

Flotando.

Con una zancada enorme y suave. Otra liga. Otro concepto. La ligereza sobre la tierra.

Es como si en un enduro viniese a competir contra nosotros alguien como Anakin Skywalker… algo así.

Además en los hoteles de maratones no hay barrigas. Ni una. Cero. Todos afilados.

Yo el más gordo, el más recio.

- Oh Rafa, qué delgado estás!!!
- No mira, estoy más delgado que antes, pero no estoy delgado. Peso 82 kilos. Vete a un hotel de un maratón y verás a tíos flacos…

Por las noches no hay juerga. Ni un ruido. No está el golfo ese que aparenta que eso le da igual y llega a las tres de la mañana borracho. No. Cómo va a haberlo, si para llegar aquí antes la banda ha corrido 1.000 kms???? Cómo va ahora a despilfarrar semejante esfuerzo ??

Después de desayunar me ducho y me visto con un ritual semejante al de un torero, aunque esto sólo son tres prendas.
Y al vestirme ya me pongo muy tenso:

Dorsal, recto y que no me roce.
Vaselina, mucha vaselina… me durará?? Me aguantará??? Sitio crítico: los pezones.

Sobres de gel, por todos los recovecos que me he conseguido colgar, sin llevar cinturón de geles: un bolsillo en la camiseta, otro en el pantalón, otro en la funda del móvil. Y las pastillas de sal en el hueco del MP3.
Con lo que llevo encima, bien dosificado, un ser humano disciplinado podría sobrevivir durante 15 días.
Trago un ibuprofeno, cojo una botella de agua para el camino hasta la salida, mi gorra azul celeste y salgo.
A la boca del lobo.

Cojo mis bártulos y me despido de la habitación por las 5 horas más largas de mi vida

Concentrándome a tope no sé muy bien en qué.

25 minutos caminando hasta el estadio de la Cartuja. Nunca antes había visto tanta gente yendo a un sitio tan ilusionada y a la vez con la certeza total de que iba a sufrir un montón.

Piensa esto un segundo por favor: dónde encuentras a 10.000 personas inquietas, contentas, nerviosas, rebosantes de energía, felices… y a la vez con la seguridad de que van a hacer una cosa que las va a hacer sufrir un huevo, y lo hacen porque quieren y además pagan por ello.

Dónde??

En un maratón.

Porque en un maratón sufre todo Dios. No se salva nadie. Y si se corre bien, se sufre durante bastante tiempo.

Y si se trata de sufrir, en un maratón puedes sufrir hasta que revientes. Todo lo que quieras. Hasta que te tengas que tumbar porque no puedes más.

A eso vamos.

En efecto, aunque un maratón lo corre mucha gente, otra mucha jamás se lo planteará, porque hay que tener una pasta especial. Hay que disfrutar de desafiarse a uno mismo.
De someterse a los límites de la resistencia.
De luchar contra la soledad junto con una multitud que se aísla y que vive su torrente de pensamientos constantes en silencio.

Y curiosamente el día de la prueba es la conclusión, el fin, la recogida de frutos. Antes de eso, antes de eso… buf. Antes de eso hay que haber corrido mucho. Miles de kilómetros. No sólo los específicos de ese maratón en concreto, sino los necesarios antes para plantearte que quizá podrías correr un 10.000. Luego una media.

Luego el maratón.

La distancia ajena a cualquier necesidad en cualquier momento de la historia. Tiene sentido correr 100 metros para escapar de un león. 2 kilómetros para escapar de un oso. 10 kilómetros para escapar de un enemigo. 21 kilómetros para visitar un clan vecino.

Pero 42 kilómetros no han tenido sentido nunca. Tanto es así que el cuerpo se defiende con el famoso muro.

Hagas lo que hagas, te prepares como te prepares, un ser humano agota sus reservas de glucógeno aproximadamente a las 3 horas de correr. Es decir, en el kilómetro 30, 32, 34…Entonces el cuerpo manda una señal a la mente por la que le indica que eso ya no es bueno. Que ahora se va a empezar a comer el músculo, el hueso, la grasa, lo que encuentre como combustible si no dejas de correr. Entonces el mensaje es claro:

- DEJA DE CORRER…
- DEJA DE CORRER GILIPOLLAS.
- ¿QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO?
- ¿?? A DÓNDE VAS??
- DEJA DE CORRER
- ESTO PERJUDICA TU ORGANISMO, CAPULLO.
- YA HAS LLEGADO SUFICIENTEMENTE LEJOS. ADEMÁS CREO QUE ESTÁS DANDO LA VUELTA. NO VAS A NINGÚN SITIO INTERESANTE
- DEJA DE CORRER…

Eso es lo que el cuerpo le dice a la mente. Y con la sabiduría de la naturaleza, aunque ya vas confuso y embotado, la mente lo comprende con claridad meridiana. Y todo el universo se alía a tu alrededor, te sujeta, te agarra, te escupe, te grita, te empuja, para que dejes de correr…

Y tú tienes que seguir corriendo para llegar al 42. Que es una distancia sin venir a cuento; inventada, que nace con la historia de Filípides que es mentira. Que se estira cuando los reyes ingleses quieren ver acabar en su palacio las olimpiadas de Londres.

Has de estar muy convencido para seguir. Por eso te dicen que hagas una tirada larga antes de correr un maratón. Para que el cuerpo y la mente comprendan que eso puede pasar, y que cuando pase hay que seguir, porque creedme, la primera vez que llegas a ese punto te paras, porque el universo aliado te para. Porque notas un vacío en tu interior extremo.
Firmarías en ese momento que te puedes comer una vaca entera y luego dormir dos días sin parar.

Así que allá vamos; sabiendo todos que esto va a pasar, pero contentos de acercarnos por fin al momento de que pase.

Increíble, verdad??

Y yo participo íntegramente de todo: voy contento, sé que voy a sufrir. Me quiero dosificar para poder llegar al máximo de modo que llegue justo a la meta agonizando.

Estoy feliz!!!

Sol en Sevilla!

Mañana radiante.

Dorsales de colores que no sirven para nada porque cada uno se mete en el cajón que quiere, cuanto más adelante mejor, por si acaso…

Empezamos ¡!! Llegó el momento!! Un momento largo, eh?? Esto no es un orgasmo. Esto es el Maratón!!!
« Última modificación: 17 Marzo, 2014, 20:12:39 pm por rtorres »
18 Marzo, 2014, 18:15:18 pm
Respuesta #3
  • Padre
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Ahora quien espere escuchar aquí historias de victorias y de podios no las va a encontrar. Y tampoco dramas extremos y desmayos.

Salgo a correr detrás del globo de 3:45 y me agobio enseguida porque creo que voy despacio. Estos son los momentos que más me cuesta gestionar: tengo tanta energía que nada es suficiente. Me he puesto aquí a propósito para que de algún modo no pueda ir más rápido aunque quiera, al menos durante 20 minutos, que me dé tiempo a calentar, a acoplarme, a que el cuerpo se empiece a encajar.
Me preocupa mucho cómo puede evolucionar la fascia, y qué va a pasar con un leve pinchazo que me acompaña en el isquio desde hace días. Me lo rompí muchas veces cuando jugaba al fútbol, y no sé si lo tengo dañado o vuelve a ser todo una obsesión.

He participado en carreras silenciosas, como la de Palma, con más de la mitad de los participantes extranjeros. Cuando se dio la salida sólo se oían las pisadas, las zapatillas contra el asfalto, en medio de un silencio sepulcral. Fueron momentos mágicos.

Esto es Andalucía, y aquí la banda no se calla. Va todo el mundo hablando. Siempre hay una actitud de banalizar el asunto: a mí esto al fin y al cabo me da igual, me lo tomo como una broma.
Es una algarabía muy española.
Y también son momentos mágicos.

Tengo mucho miedo.

Hago un esfuerzo muy intenso por sentir si algo falla o me va a fallar. Ningún cambio de ritmo, todo con suavidad, ninguna agresión al cuerpo más de lo necesario, de lo inevitable.

En el km 5 me tiembla levemente el gemelo izquierdo. Muy levemente. Aunque suficiente para percibirlo.

Oh no, no, no, no

Si aún que no voy cansado, que acabo de empezar ya he notado esto, es seguro que cuando lleve 30 kilómetros se me va a acalambrar. Me empiezo a hacer preguntas a latigazos:

“por qué ese gemelo si ahí no tengo problemas normalmente??”

“Seguro que has notado el temblor?? No son cosas tuyas??”

“Seguro que lo has notado, porque ha vuelto a pasar…”

“por qué me está pasando esto?? No he calentado bien??”

“Cuándo se me ha cargado la pierna, si llevo entre algodones 10 días!!! Teniendo cuidado cuando bajo escaleras, cuando cruzo la calle, cuando cojo a los niños…”

“Qué puedo hacer para que deje de sufrir?? Puedo correr relajándolo??”

“pero ten cuidado, porque si fuerzas otra músculo para relajar ese lo acabarás jodiendo igualmente…”

Todo eso a la velocidad del rayo. Pensamientos eléctricos. Se comenta mucho últimamente que de qué forma se podría aprovechar la energía que se desperdicia en un maratón por todos los incautos que lo hacen. Yo también me pregunto qué pasaría si pudiésemos meter todos los pensamientos en una enorme caja, y esperar a que empezasen a reaccionar. Probablemente conseguiríamos una ciclogénesis explosiva que nos trajera lluvias durante un mes.

Cada cabeza anónima con un torrente de pensamientos desbocados.

Serios, paso tras paso, en silencio, pero con la mente desbocada….

Uf.

Hace rato que adelanté al globo, y me he obligado a mí mismo a no mirar atrás hasta el 10, y cuando lo hago ya no lo veo. Bien. Al menos ya le saco un minuto.
Trago una cápsula de sal y potasio. De 226ers. La gente normal no sabe qué es esto ni lo sabrá en 3 vidas; para adquirir esta cultura alimenticia hay que hacer disparates como correr maratones. Son pastillas que aportan sal, potasio y otros minerales al organismo, que se pierden por el sudor. Si se suda normalmente en un esfuerzo de un par de horas no pasa nada. Luego se recupera. Si no paras y sigues hasta las 4 horas, te conviertes en un muerto viviente.
Además las sales retienen líquidos, y para mí son imprescindibles porque si no perdería en torno a 4,5 litros de agua, y bueno, después de que se me subieran los músculos de las piernas al cogote comenzaría a tener alucinaciones.

Con la rayada del gemelo izquierdo no disfrutaré nada de nada hasta el 15. Pero me da igual, porque ya sabéis que yo no he venido aquí a disfrutar, ni a ver monumentos, ni a que me aplauda Sevilla: yo he venido aquí a ver pasar los carteles de los kilómetros.

El día va entrando poco a poco, y se empieza a ver ambiente animando.

Me he impuesto varias fases a pasar, para motivarme. Si no me marco hitos, se me hace indigerible el rollo este: el primero es el 18. Fue donde me lesioné en Palma.

Luego el 24. Ahí voy a tomar el primer sobre de gel. Las espinacas de Popeye. Lo que siente el drogadicto cuando renueva la dosis.
El 32. Jamás he corrido más de 32 kilómetros. Ha sido el límite de mis tiradas largas y en el anterior maratón desde ahí ya comencé a caminar. Después de ese kilómetro el terreno es desconocido.

El 36; ahí quedan 6 para el final. Una hora andando si tuviera que hacerlo, de modo que si lo paso antes de las 3 horas podría acabar en menos de 4.

Y el 40. Último gel, el último avituallamiento. El último esfuerzo.

Cuando me fui de casa ayer le dije a mis hijos: corro por vosotros.
Esto es muy habitual, dedicar los esfuerzos a la familia.
Y francamente a ellos les da igual. Tú vas ahí pensando en tus hijos emocionándote, “por vosotros, va, os quiero, os quiero…” y ellos ni se acuerdan de lo que estás haciendo.

Hace tiempo vi en un reportaje a un señor que iba a correr un maratón; su primer maratón, que muchas veces es también el último. Lo filmaban aún de noche porque había madrugado, en la épica de “me levanto a las 6 de la mañana para correr”. Es curioso: transmitir que esto se tiene que preparar a las 6 de la mañana. Un maratón se prepara más que de sobra con 5 horas a la semana. 5, no más. 50 kilómetros. Y 3 de ellas las puedes hacer el fin de semana, de 9 a 11. Sólo hay que ver un poco menos la tele. Con eso basta…
La cuestión es que al hombre le preguntaban: “oye, y por qué haces esto???”
Él se quedaba pensando, reflexionaba, serio, con su chándal, y respondía:

-   Por mi hijo…

Entonces yo no podía evitar imaginarme a su hijo también despierto a esas horas, en una discoteca, con los ojos como platos, dando saltos…Que seguro que no, eh? Pero es lo que yo me imaginaba…

Y así voy yo, corriendo por ellos sin que ellos tengan la menor idea ni les importe en absoluto….

Después del medio maratón ya veo que probablemente no me pase nada, que esta vez, como es normal, no me vaya a lesionar. Me empiezo a sentir libre, soltando lastre y nubarrones mentales. No se me va a subir el gemelo, no me va a dar un gripazo, no se me va a romper el cuádriceps…Todo ha sido sugestión obsesiva.

Así que empiezo a apretar, y haré mis mejores kilómetros del 22 al 35. Adelantando a mucha gente. Ahora bien, no me toméis por el flipado ese que dice: voy a deciros que soy malo, aunque en verdad os transmitiré que soy bueno… No.

En la zona en la que yo voy se ven pocas camisetas de tirantes. Se corre en grupo.
Cuando dan agua se baja mucho el ritmo e incluso se camina.
Se jadea.
Se mira al suelo.
Se arrastran los pies.

No es para tanto el tema, ya me entendéis…

Todo marcha hasta que entramos en la plaza de España, la de la Guerra de las Galaxias.
Las baldosas, los adoquines, ooooh! No.
He ido buscando hasta la cima de la calzada para correr sobre plano.
No puedo apoyar bien en terrenos que no son lisos. Me mata.
La fascitis resurge, señorial.
Cada paso, ploc, ploc.
Uuuooo.

El sol, la luz blanquecina. El cansancio. El hastío. El Muro.

A qué te crees que venías?? Pensabas que esto no iba a pasar????

Pero si venías a esto!!!

Bajando por el centro de Sevilla los dolores se agudizan. El público es numeroso y deja un paso estrecho. Hay vías de tranvía, y bastantes que ya han petado y van andando.

Tengo que dar pasos irregulares para esquivar a los que se van quedando y no pisar las vías. Esto en otras condiciones no es nada, pero aquí es un gran sufrimiento.

Muchos aplausos. Muchos.

Los agradezco tanto que yo también me pongo a aplaudir y grito:

-   GRACIAS SEVILLA!! GRACIAS SEVILLA!!

Miro a la gente a los ojos, conecto, me engancho en sus mentes.

Ahí tengo unos escalofríos muy intensos. Los quiero achacar a la emoción, aunque más bien pueden deberse a la deshidratación. Lo más seguro. Seguro, vamos.

Y otra vez a las avenidas, hasta cruzar el río y llegar al avituallamiento del 40. Este lo hago andando, me trago tres vasos de agua, y uno de aquarius que me sienta como el culo; claro que qué puede sentar bien ahora, más que tumbarse a la sombra de un árbol…

A lo lejos ya se ve el estadio. Y se oye. Joder, cómo se oye!! Ahí se están volviendo locos!!! Vamos como zombis. Escucho como un espectador dice:

-   Ya van inflados, ya no pueden más…- con el sonido lejos, acolchado, por debajo de los latidos.

Muy importante que no se fijen en ti, porque eso es que vas más jodido que los otros.

Un paso, otro paso, vamos, vamos.

Cuando ya estoy a 100 metros de la rampa de la Cartuja tengo un amago de calambre en el gemelo derecho, el que no me preocupaba, totalmente cierto. Real como la vida misma, no fruto de mi mente.

Uuuuoooo! No!! ahora no!!! ahora no….

Sigo corriendo muy despacio con las piernas muy tiesas. Bajo la cuesta oscura y fría y entro en la pista de atletismo. Fogonazo de luz.

UUUUUAAAAUUUUU!!!

Qué grande, qué suave el tartán. Voy tan cansado que me jode tener que dar la vuelta casi entera, podrían haber puesto sólo la recta, no??

Nos estiramos todos gallardos como si verdaderamente nos estuvieran viendo a nosotros. Como si no hubiesen pasado ya 4.000 antes y otros 4.000 que vendrán.

Aunque soy frío y racional no puedo evitar das unos gritos; de alivio como Napoleón
cuando ganaba una batalla, no de alegría. De alivio…

Meta.

3:42… La marca. Me dirán exactamente lo mismo que en todas las carreras: los que tardan más que está de puta madre y los que tardan menos que hay que mejorar y que aún así que está bien. Lo mismo.

Y lo que le dicen a los que tardan 20 minutos menos, y 40 minutos menos.

Nadie queda bien del todo y todos quedan bien al fin y al cabo.

Conclusión de la obsesión.

Entonces la pregunta es… mereció la pena??? Para saberlo lo tendrás que correr...

Y ten clara una cosa:

Un maratón no lo acaba quien quiere, lo acaba quien puede.



18 Marzo, 2014, 21:27:49 pm
Respuesta #4
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  • @EL_LUISTA
Tron como corras como escribes....  Te quiero como liebre en mi proxima Maratón.  Que me la planteo para el 2015.
Saludos.  Luis.

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MEJORES MARCAS DESDE QUE SOY CUARENTÓN:
MARATON: 18-NOV-2012 Maratón Divina Pastora de Valencia 04h05'18"
MEDIA MARATON: 06-OCT-2013 Medio Maratón Avila Monumental 01h46'39"
10K: 16-FEB-2014 Carrera Popular Ciudad de Parla 46'21"

... ACTUALMENTE ... SALIENDO DE BOXES CON NEUMATICOS NUEVOS  ...
18 Marzo, 2014, 22:20:15 pm
Respuesta #5
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Αγωνίστηκα με τον μαραθώνιο. Κέρδισα και με χτυπούν. Αλλά εγώ θα αγωνιστεί και πάλι
22 Marzo, 2014, 14:05:30 pm
Respuesta #6
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Me ha gustado leerte, consigues transmitir el enorme esfuerzo que has hecho.

Sevilla no será el último, ¿no?
 

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