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No bastaba con eso, no.Cuando enfilaba el final de la Casa de Campo, cuando en las otras veces empezaba el calvario, veo a Bounce en el lado izquierdo, grito su nombre, me ve y su cara es la viva expresión de la alegría, es la pasión forofa por excelencia, admiro su encomio y su valor, me pregunta, le contesto, me da su previsión de mi tiempo final, de manera automática, tiene en su cabeza los desarrollos, y, todo esto, en carrera, en la carrera que él hubiese querido hacer, pero que, razonada y razonablemente, no hizo. No tocaba, pero, a cambio, se entregó a elevarnos el ánimo justo donde el peligro se asomaba. Pablo, sabes que te aprecio mucho, no cambies tu pasión, sólo entrénala, compañero, no decaigas ni te dejes llevar por cantos de sirena, puedes lograr así muchas metas soñadas.
Es el momento de agradecer a Bounce y Cydney su compañía y los consejos sobre la marcha. Me habéis ayudado mucho y la verdad, es complicado decir con palabras lo que os agradezco estos gestos.